Detrás de estas coronas hay una historia muy sencilla: la de una mamá de dos niños que quería que cada cumpleaños se sintiera verdaderamente especial. Empecé haciendo coronas para mis peques cuidando cada detalle para que ese día tuviera un “algo” único. Con el tiempo, familia y amigos se sorprendían con el resultado y me repetían lo mismo: “Tienes que venderlas”. Y así nació este proyecto.
Al principio todo era 100% artesanal: coronas hechas a mano y personajes recortados a tijera y montados pieza a pieza con goma EVA de purpurina, con paciencia, cariño y muchas horas de trabajo. Hoy, después de tres años de experiencia, seguimos manteniendo el mismo mimo en los acabados y en la personalización, pero he ido mejorando la técnica y el proceso para optimizar tiempos de producción sin perder lo más importante: que cada corona conserve ese efecto “wow” cuando la abres.
En estos años hemos pasado de ser un detalle hecho para casa a enviar coronas y toppers a distintos países de Europa, llevando un pedacito de celebración a muchas familias. Cada pedido sigue siendo especial, porque sé lo que significa preparar un cumpleaños: ilusión, nervios, fotos, recuerdos… y ese momento en el que tu peque se pone la corona y se siente protagonista.
Gracias por estar aquí y por confiar en un trabajo hecho con dedicación. Si tienes una idea, un tema o un color en mente, estaré encantada de ayudarte a darle forma.
